sábado, 20 de agosto de 2016

Sobre el fracaso



En esta ocasión voy a escribir sobre uno de los pocos temas en los que me considero muy experimentado. Se trata de una situación a la que me someto puntualmente todos los días: El fracaso.

Yo soy un campeón del fracaso, y créame que no es vanidad, es fácilmente comprobable que soy muy efectivo a la hora de fracasar; y no  se sienta menos querido lector, le voy a demostrar que usted es tan virtuoso en el arte del fracaso como yo.

Así como las personas bellas, el éxito es menos frecuente. De cada veinte personas que vemos, con suerte, una o dos serán lindas. Sin embargo, si nosotros estamos entre las veinte personas observadas muy pocos asumiremos ser los feos del grupo y de este modo habrá una incongruencia entre la realidad y nuestras declaraciones. Esa vanidad que nos puede hacer creer ser más bellos de lo que realmente somos, a menudo nos hace creer que somos menos fracasados de lo que realmente somos. Es más, le aseguro que aun siendo usted una persona horrible, es más fracasada que fea y esto se debe a que todos los días tomamos decisiones y muchas de estas no son las que conducen al éxito. Son más las pelotas que pasan cerca del arco que las que entran; son más las entrevistas de trabajo realizadas que los trabajos obtenidos, y así podemos continuar con una larga lista (no se sienta excluido por no hacer deportes o ser hijo de la realeza).     

Aun así debemos admitir que si fuésemos perfectamente fracasados, seríamos exitosos en el arte de fracasar. Una opción es sumarnos a las largas filas de entusiastas optimistas del fracaso como Charles Dickens que dijo más o menos: 

 Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender. 

Para la Real academia española, la palabra fracaso indica:

1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.
2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.
3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.
4. m. En medicina. Disfunción brusca de un órgano.

Para el imaginario popular:

ÉXITO = FELICIDAD
FRACASO = DESDICHA

Con desgarradora maestría Cátulo Castillo compone la letra del tango Desencuentro en la que se enumeran una serie de trágicos fracasos, dejando para la última estrofa lo siguiente:

Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va a salir.

De este modo queda el fracasado como un infeliz que siquiera puede decidir cuando sucederá su muerte, condenado a vivir su fracasada vida. 

Sin embargo y a pesar de que fácilmente podemos asociar, el éxito a la felicidad y la desdicha al fracaso, no debemos suponer que siempre es así. 
Imaginemos la siguiente situación: Un hombre que planea y decide su suicidio, segundos antes de concretar su plan, es sorprendido por una desconocida con la que vivirá un encuentro amoroso que lo llenará de felicidad. Razón por la que fracasa en su plan de suicidio y gracias a este fracaso conoce la felicidad.

Imaginemos ahora esta situación: Una mujer que desconoce de su deficiencia cardíaca, ha decidido comenzar a consumir cocaína. Fracasa en su empresa cuando sorprende al vendedor; del que se enamora, apuntándose con un arma, razón por la que decide estar lúcida para no enturbiar la embriaguez del amor con los estímulos artificiales de la droga, y así es como evita su muerte y se conoce con el hombre del párrafo anterior con el que ahora tienen en común un fracaso que los llenó de felicidad. 

Esta última historia no está tan lograda como la del tango Desencuentro, pero eso no se debe al tema de la historia sino a como fue tratado. En definitiva a mi propia incapacidad, que tal como prometí al principio de este monólogo, me invita a fracasar constantemente.


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