Los seres vivos somos poseedores de una pulsión muy
particular que nos invita a reproducirnos. Esta precaria y pujante orden de la
naturaleza acompaña a los humanos desde la antesala de nuestra madurez sexual,
en muchos casos, hasta el fin de nuestros días. No tenemos potestad sobre esta
pulsión, el dictamen viene engarzado a la existencia, y lo único que podemos hacer,
en una instancia posterior, es intentar maniobrar con la razón, que
considerando las teorías evolucionistas no nos acompañó desde siempre y es más
bien una conquista obtenida tras algunos millones de años de evolución. Así se
genera una tensión entre nuestra naturaleza que nos invita a procrear y nuestra
razón que nos invita a salir de fiesta todos los fines de semana procurando
divertirnos a más no poder y considerando el embarazo como el peor castigo de
un soltero empedernido. Para aliviar esa
tensión muchos eligen aproximar la razón a la naturaleza y piensan en la
paternidad como la opción más inteligente, y así muchos confunden la orden de la
naturaleza con un deseo y una elucubración propia; en otro sentido y haciendo
una analogía, sería como cuando tu madre te manda todos los días a hacer la
cama y después de veinte años de recibir esta orden con inalterable puntualidad
comienzas a creer que armas la cama por placer y decisión propia y esto es un
error ya que todos sabemos que la segunda pulsión inalterable de todos los
seres humanos es la de no armar la cama.
Según lo antes expuesto debemos considerar que cuando la
gente no razona mucho le da riendas sueltas a la naturaleza y tiene hijos, y
cuando razona, también los tiene porque tampoco es prudente desobedecer al
animal con el que conviviremos todos los días. Recordemos que nuestro
cuerpo es la jaula que comparten el irascible primate y la delicada y
vulnerable razón.
Son muy pocos los insubordinados que optan por no engendrar,
entre estos se encuentran muchas veces algunos genios, pecaminosos libertinos, oficiantes de alguna religión, o por supuesto la combinación de todas las
anteriores como es el caso, según dicen algunos historiadores chismosos, del señor
Antonio Lucio Vivaldi que podría haber compartido algo más que devoción religiosa
y amor por la música con las dos monjitas que lo acompañaron algunos de sus
años.
Volviendo a quienes deciden o aceptan ser padres (como usted
prefiera querido lector) siento la necesidad de denunciar un error clásico que
expongo a continuación:
Muchos hombres y mujeres sienten que tienen que
desarrollarse en todos los aspectos posibles y para esto se disponen a
estudiar, aprender o desarrollar determinadas nociones. Algunos
consiguen títulos académicos, trabajos redituables y erudición entre otros. En
cuanto a sus hijos desean lo mejor y para conseguirlo trabajan incansablemente
restando tiempo compartido con los descendientes, pero obteniendo dinero que
afortunadamente alcanza para contratar a un Baby Sister que estará gran parte
de las horas del día con los retoños transmitiendo
su visión del mundo y sus saberes. En este punto debemos considerar que no
todos los cuidadores de niños gozan de la clase de erudición y moral que nosotros
deseamos transmitirles a nuestros hijos, pero quien los puede culpar, ellos no
decidieron ser padres, fue usted el que así lo decidió o lo aceptó (como usted
prefiera querido lector). No todos tienen la fortuna de Alejandro Magno que
tuvo como Nana al señor Aristóteles. Aquí debemos considerar que el papi de
Alejando, el señor Filipo II de Macedonia fue lo suficientemente sabio como
para delegar la educación de su hijo a alguien más brillante que él o que
simplemente tuvo una suerte bárbara al dar con un doméstico tan eficiente y
cumplidor.
Llegamos al punto en el que debemos considerar que la orden
de la naturaleza es la reproducción pero no la paternidad, la primera se
encuentra en el territorio del instinto, la segunda en el de la razón. Alguien podría decir: Yo acepto tener hijos,
lo que no quiero es ser padre, pero yo jamás escuché a nadie pronunciar esa razonable y horrible
declaración. Aun así, si usted está en duda respecto de la paternidad, huya de
este Blog que no es capaz de engendrar nada bueno y es un bastardo criado por
execrables nanas.
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