lunes, 7 de diciembre de 2015

Sobre las decisiones


Hoy el loro se dispone a exponer elucubraciones ajenas con sus insuficientes e innecesarios análisis. Esta vez respecto de las decisiones e indecisiones y sus consecuencias.

En principio podríamos decir que la indecisión, es la duda o falta de determinación, mientras que la decisión es la resolución. También podemos pensar en el destino, el libre albedrío y la casualidad para encarar este tema. A ver:

El destino según su etimología está vinculado con la puntería, con el blanco, y según los antiguos se trata de un recorrido sobre el que no tenemos potestad alguna. Platón parece no estar del todo de acuerdo; considera que los espíritus vulgares no tienen destino. Aún así, se suele suponer que muchos griegos consideraban que el hado era un poder sobrenatural que comandaba los sucesos de la vida de manera ineludible, inclusive por encima de los dioses. En la mitología griega los dioses del Olimpo no son los primeros, de hecho son la octava generación si consideramos al Caos como entidad primera, o sea que vinieron a parar a un universo que ya estaba en marcha y por ende, sobre el que no tienen poder absoluto. De hecho se hizo una división de parcelas en las que Zeus se quedó con las mejores instalaciones, compuestas por  amplias y luminosas habitaciones celestes decoradas con pomposas nubes y con vista al planeta, mientras que Hades se tuvo que conformar con el helado, gris, poco ventilado y contaminado inframundo y todo esto por estar destinados. Imagino que ante esta situación Hades debe pronunciar groserías de todo tipo y supongo que también alguna vez se habrá preguntado cuál será el destino del destino. 
  
Por otro lado el libre albedrío en el cristianismo suele aparecer como un punto de inflexión entre el perfecto e inamovible plan divino y la decisión personal. Sin embargo, a la cotorra parlanchina que escribe estas líneas le cuesta la concepción de tal idea y a la hora de considerarla tiene una postura relativamente calvinista, considerando que el perfecto y todo poderoso ya sabía desde antes de la creación quien sería salvado y quién no y conoce el principio, nudo y desenlace de la historia que él diseñó en su perfecto y divino plan. 

Para quienes no se sienten demasiado a gusto con estos planteos y se sienten más abrigados por la ciencia, la idea de libre albedrío podría ser considerada desde la psicología, que supone que el individuo puede forjar su propio destino al menos parcialmente. Para esclarecer esta postura de la psicología citaremos una frase de nuestro amigo Arthur Schopenhauer, que no era psicólogo. Él decía más o menos: 

EL DESTINO MEZCLA LAS CARTAS, Y NOSOTROS LAS JUGAMOS. 

A partir de estudios realizados en diversos campos científicos podemos considerar al destino casi como lo razonaban los antiguos, aunque desprovisto de todo misticismo. Según nuestra constitución biológica, y más puntualmente según particularidades de nuestro cerebro, generaremos determinadas ideas. 

Deliremos un rato: La mente es producto del cerebro. Supongamos que en algún momento vamos a poder conocer con precisión todas las cualidades de cada minúscula parte de nuestro cerebro, tal vez podríamos enumerar todas las producciones mentales posibles acordes a ese cerebro y por ende especular, al menos a grandes rasgos, nuestro destino. Por supuesto esto no resolvería completamente el asunto. No es tan sencillo. Deberíamos sumarle variables culturales, sociales, económicas y muchas otras, aun así vale la pena pensar que tal vez no podemos dejar de ser nosotros mismos y que más allá de las decisiones que tomemos, estas siempre son resultados de nuestra mente y a la vez, estas producto de nuestro cuerpo o puntualmente de nuestro cerebro.

En definitiva, si usted no sabe cuál es el mejor destino para vacacionar y eso lo está torturando tiene varias opciones:

1) El destino ya está escrito, deje de torturarse creyendo que toma decisiones que en realidad ya fueron tomadas por el propio destino.

2) El universo es un desorden gobernado por la casualidad, así que vaya a cualquier lugar por que en cualquier lugar pueden suceder cosas horribles y/o maravillosas y estas no son previsibles.

3) No haga caso a este insignificante y confuso análisis y siga torturándose sobre el lugar de sus vacaciones.


En definitiva, si consideramos que nuestra esencia es invariable quitaremos responsabilidad a las decisiones, precisamente por comprender que nuestra esencia es inalterable, vacacionemos donde vacacionemos.    Ahora bien, si la decisión que debe tomar es realmente importante y se trata de un asunto realmente significativo, la mejor recomendación que le puede brindar este blog es que deje de leerlo. Este es un espacio carente de todo acierto. Vaya a pedir consejos al pastor de su iglesia, o al científico de su universidad, o a su agente de viajes, pero recuerde que este último no es el único que dice tener las mejores opciones y que solo quedan los dos últimos asientos hacia el mejor destino.  


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