viernes, 25 de septiembre de 2015

Sobre los snob en el arte

Siempre he puesto mi mirada en los grandes hombres de arte: Sófocles, Shakespeare, Miguel Ángel, Mozart y otros treinta o cuarenta genios de tallas similares. Los he mirado y perseguido casi con obsesión, sin embargo ¿cómo puede una mente rudimentaria reconocer a las mentes altas? Solo se me ocurren dos respuestas: O hice trampa y alguien me dictó quienes fueron los grandes hombres, o existe una bondad en las obras de estas magnas personas que invita por igual al disfrute a hombres de diversos grados de ilustración. Quizá por vanidad, quizá por amor, prefiero aceptar la segunda respuesta y con esta aceptación, probablemente, viene engarzada una indulgencia al Snob que vive en mí para que haga los destrozos propios de su aturdida esencia. 

Aclaremos…

En primer lugar invito a que deje de leer aquel que considera que todo es arte, porque un mingitorio es ante todo un mingitorio y por más que se lo exponga en un museo de Nueva York y se lo titule Fountain y haya sido colocado ahí por señores con nombres tan elegantes como R. Mutt o Marcel Duchamp, no deja de ser un inodoro con privilegios, (Aunque jamás imaginé que tantos como para merecer ser expuesto en un museo) Y si bien es generador de placer me parece muy extraño que haya gente que confunda el placer estético con el de evacuar.

En segundo lugar quiero aclarar que no todos somos iguales, y no estoy hablando de que haya diversidad, sino diferencia. Lo lamento por el perejil que escribe estas líneas pero, lo vamos a usar de ejemplo para compararlo con otro escritor por dos razones: 

1) Por ser un blanco fácil, escribe bastante mal.
2) Para no ofender a otros de su calaña, que aunque famosos escriben tan mal como éste. 

La comparación será realizada entre Borges y el que escribe este blog. Antes de que comience el balance usted podría alegar en defensa del más débil (O sea el que escribe): No es justo porque Borges nació en una época en la que la literatura tenía más relevancia que la que tiene hoy y además su padre era gran lector, incluso escritor, y Jorge Luis viajó por el mundo desde temprana edad y eso ayudó a su desarrollo intelectual, etc. Y así podría usted alegar muchas otras formas del ser que tienen más que ver con accidentes que con substancias. (Para comprender mejor esto recomiendo una aproximación a los textos de Aristóteles). De hecho, me valgo de los planteos aristotélicos para desacreditar este intento, porque no son los accidentes los que definen el genio de Borges ni la impericia de quien escribe, no es el lugar o el tiempo o la acción lo que definen la substancia.   

En definitiva, no es porque son dos clases distintas de escritores o por pertenecer a distintos momentos históricos y toda esa clase de eventualidades que Borges es mejor, sino porque Borges posee un genio que el que escribe no. Ahora bien, usted podría decir: ¿De qué depende que uno posea el genio y otro no? Encontrará diferentes respuestas, algunos científicos dirán que se trata de una composición química, otros tendrán justificaciones neurológicas, algunos psicólogos pensaran en la infancia, algunas gentes de fe dirán que se trata de una virtud concedida por dios y todos estos planteos aunque con justificaciones diferentes u opuestas aceptan la diferencia y jamás pronunciarían frases como: “Todo depende” “¿Y quien decide que es bueno y que es malo?” 

Si evaluamos algunos sucesos o accidentes de la vida de cada uno de los medidos en esta ocasión podemos afirmar que:

De Borges se sospecha que pudo haber sido el hombre que más leyó, mientras del otro se sabe que no puede terminar con el primer tomo de las mil y una noches.

Borges leía en varios idiomas y el otro apenas habla la lengua materna y con grandes dificultades.

Borges comprendía las estéticas literarias propias de cada período y el otro se sigue preguntando si período y periodo significan cosas distintas. 

¿Se entiende a donde me dirijo? No somos diversos, somos diferentes, lo que implica que hay mejores y peores, y por ser peor que Borges no voy a comenzar un régimen anti yo, pero tampoco voy a caer en la tentadora vanidad de autoproclamarme diverso de Borges en vez de sencillamente peor que él, tampoco en la ridícula idea de sentirme bien porque yo hago más rico el flan casero que él, porque para un aspirante a literato, esto, más que un consuelo, es un castigo.   Este texto intenta aclarar que Miguel Ángel fue artista y Marcel Duchamp también, pero el David es mejor que el Mingitorio. (Lo lamento Marcel, pero es así, saludos a la familia)

En resumen:

1) No todo es arte.
2) Hay mejores y peores.

Ahora bien, usted puede ser insoportablemente terco y preguntarme: ¿Y cómo sabe usted quien es mejor y quien es peor si en materia de arte lo único que importa es el gusto o disgusto que uno sienta por el objeto de arte?
Entonces yo que soy insufriblemente terco le respondo: En el arte, al igual que en el futbol hay reglas, medidas y normas por las que distinguimos a los mejores de los peores y si piensa usted lo contrario recomiéndeme como jugador del Barcelona, así cobro como Messi por estar yo fumando un cigarro sentado en mitad de la cancha, y cuando alguien me reclame algo por mi pésimo desempeño defiéndame diciendo que en materia de futbol lo que importa no es ganar, sino jugar y toda esa sartenada de frases compuestas y difundidas por Duchamp y sus amigos. (Perdón Marcel, saludos)

Volvamos a los Snob que son quienes nos convocan, son precisamente ellos los culpables de que los autores de las bibliotecas de babel y de los monólogos de loro ocupen ocasionalmente el mismo pedestal, y los ubican ahí porque no entienden las reglas, medidas y normas, pero no se privan de opinar y repiten como loro que Beethoven es un genio y cuando les preguntan si su genialidad se debe a la novedosa incorporación de coros en su sinfonía, si se debe a la asombrosa orquestación o al trabajo armónico que realiza,  no saben que decir, razón por la que quedan expuestos los snob y todo vuelve a la normalidad. Se hace posible diferenciar perejiles de los que realmente saben y quedan completamente expuestos los escritores de monólogos de loro. 

P/D: Si encuentra insuficiente este análisis, o plagado de errores y carente de todo sentido, sean tenidos en cuenta todos estos tropiezos para sostener con más fuerza aun la idea de que hay mejores y peores, Borges seguro lo hubiese hecho mejor. 


      

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