Uno de los momentos más traumáticos que atraviesan muchos
adolescentes empieza cuando terminan sus estudios medios y deben elegir una
carrera universitaria. Se trata de una situación tan estresante que algunos
jóvenes optan por desentenderse de los estudios superiores y entenderse con
bármanes y otros jóvenes que pululan en esos establecimientos de vida nocturna
en los que se sirven bebidas, comúnmente alcohólicas, sobre mostradores
alargados, recintos que muchos insisten en llamar universidades de la calle,
aunque yo los llamaría sin temor a equivocarme, bares.
Hay muchas posibilidades y son muchas las situaciones, sin
embargo voy a intentar comentar algunas de las más típicas:
Comenzaré por aquellos jóvenes que no tienen potestad sobre
su vida y sus padres se toman el trabajo de decidir por ellos, o bien, porque
suponen que sus hijos son lo suficientemente imbéciles como para saber que quieren,
o bien, porque conocen las leyes del mercado e imaginan con que profesión
obtendrán más dinero, o bien, por tradición, frustración personal y otros
similares. Un caso muy recurrente es aquel en el que el padre no favorece
alguna actividad concretamente pero castiga la inactividad, esta clase de
padres suelen pronunciar frases como: Acá, en casa, haciendo nada, no te quiero,
si vas a estudiar, te apoyo, y si no, te vas a trabajar, no me importa qué
clase de trabajo, pero te vas a trabajar. (Estos padres muchas veces son
trabajadores honrados que jamás leyeron el Tao Te Ching)
Encontramos otro gran grupo de jóvenes que ingresan a una carrera
con la única intención de no separarse de sus amigos de la escuela y por esta
razón se someten a las decisiones académicas de sus afines, o los que eligen
carreras según la proporción de mujeres que haya, (casi todos los jóvenes promiscuos
saben que nutrición es una carrera superpoblada de jovencitas atentas a las
proporciones) también encontramos a muchísimos jóvenes que son capaces de
someterse a cualquier carrera con tal de dar la contra a los deseos de sus
padres. (Existen muchos padres hippies con hijos especialistas en marketing y
muchísimos artistas plásticos hijos de exitosos financieros). En esto de las
decisiones hay muchas posibilidades, inclusive las más ridículas como las de
aquellos que eligen carrera según la cercanía de la universidad (Y con esto no
me refiero a un aspirante a una carrera muy exclusiva que solamente se dicta a veinte
mil treinta y ocho kilómetros de su hogar, sino a aquellos perezosos que eligen
una carrera porque sus aulas están
doscientos metros más cerca de su casa que las de la otra carrera que le
gustaba). No nos olvidemos de aquellos, que ansiosos por comenzar una vida
adulta cuanto antes, eligen cualquier carrera con tal de que esté lejos de su
casa, para verse obligados a vivir solos en un departamento que estará libre de
gastos los primeros meses, y en algunos casos será mantenido por los padres
hasta que el estudiante logre terminar la carrera (Esta última fórmula es la
más elegida por los jóvenes que quieren entrar al mundo adulto sin demasiadas
responsabilidades y bien los podríamos llamar: Adultos de papá).
Se suele decir que debemos pensar en lo que queremos lograr
y focalizarnos para que se haga realidad. Bueno, esto es una estúpida
mentira. Es más lógico comenzar por evaluar
cuál es el potencial que poseemos en ese área que queremos fortalecer con el
estudio. Y con esto quiero decir, no todos podemos ser miss universo por más
que vayamos a la mejor escuela de modelaje y estudiemos para todos los
exámenes.
A la hora de elegir carrera, me dijeron: Es muy fácil, solo
debes imaginarte en el futuro trabajando y disfrutando de ese trabajo. Fue un
pésimo consejo porque me di cuenta de que en el futuro quería trabajar de Angus
Young, y dudo que me aceptaran en AC/DC siendo que ellos tenían al Angus Young
primero y original, así que pensé que con ser estrella de rock me alcanzaba,
para lograrlo le pedí un consejo a mi papá y él me dijo con su típico
optimismo: ¡¡¡si te lo propones, trabajas
duro y estudias mucho, lo vas a lograr!!! Malas noticias papá, me lo
propuse, trabajé duro, y terminé con el cuarto promedio de uno de los
conservatorios de música más importantes del país y no soy estrella de rock.
Para que les sirva de ejemplo voy a describir segundo a segundo el abrasamiento
de mi carrera de rocker y el resurgimiento cual fénix sin norte, atolondrado en
direcciones impensadas:
En principio cometí el error de no leer una biografía de
alguna estrella de rock para seguir sus pasos (aunque, esto en cierto modo fue
fortuito, porque la mayoría son drogadictos perezosos que tocan más o menos
bien un instrumento y tienen una banda regular que toca en lugares horribles hasta
que de repente aparece una mega discográfica que invierte millones en
publicidad y los convierte en estrellas de rock y esto solo le sucede al 0.0000001%
de estos aspirantes a rockstar). Desconociendo yo de la importancia de la
pereza como ladrillo fundante en la carrera de la mayoría de las estrellas de
rock, me dispuse a estudiar en una escuela de música que se fundó con el propósito
de preparar músicos profesionales para ejecutar y de algún modo conservar, las
obras de música académica europea compuesta entre los siglos XV y XIX. Después de
un año de estudiar me di cuenta que mis canciones favoritas de la adolescencia eran
una porquería y que durante casi una década había sido estafado escuchando
canciones compuestas con la misma cadencia armónica y con melodías compuestas
solamente a partir de la escala pentatónica, que es una escala que consta de
cinco notas, ¿Se entiende? Me pasé toda la pubertad escuchando cinco notas,
CINCO NOTAS. Y ocasionalmente desafinadas. ¿Cómo es posible desafinar si te
pasaste la vida entera cantando esas CINCO notas? La respuesta es simple:
dedicándote mucho más tiempo a leer biografías de señores que a los 40 años
usan pantalones de cuero y consumiendo estupefacientes en vez de estudiar
técnicas vocales. En fin, la cuestión es que siguiendo el consejo de mi padre, en
no más de un año me di cuenta de que odiaba la idea de ser estrella de rock y
prefería la música de Mozart. Una vez que llegué al tercer año me di cuenta de
que no podía componer como Mozart y decidí hacer un profesorado, razón por la
cual hoy enseño la materia música en una escuela a adolescentes de los cuales
algunos insisten con ser estrellas de rock y a niños pequeños, que afortunadamente
solo insisten en la sana costumbre de comer sus propias secreciones nasales. En
pocas palabras, quería ser estrella de rock y terminé siendo maestro jardinero
solo por seguir el consejo de mi papá (¡Saludos papá!) lo que muchos no saben
es que en el alma de toda maestra jardinera hay un Angus Young, pero más aún,
el enérgico Angus es un potencial maestro de sala.
Todo esto fue escrito para advertirte que si necesitas
investigar, o leer ensayos sobre cómo elegir una carrera, o peor aún, completar
un test en el que te preguntan si preferís la carne completamente cocida o
jugosa y en base a tu respuesta, los diseñadores del test descubren que debes estudiar paleontología,
estás en problemas. Yo diría que si en casi dos décadas de vida no lograste
descubrir que es lo que quieres hacer, es muy probable que elijas mal. Yo no
necesité hacer ningún test porque desde los doce años supe que quería ser
estrella de rock o maestro jardinero, que es más o menos lo mismo, y por
supuesto escritor de trivialidades sin sentido en mis ratos libres.
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